La Asociación de Campos de Golf de Madrid (ACGM) ha firmado un acuerdo de colaboración con la compañía Barter mediante el cual se instalarán gasolineras eléctricas, más conocidas como electrolineras, en diversos campos de golf de la Comunidad de Madrid.
Esta acción forma parte de la campaña 12 meses, 12 buenos golpes, que aportará importantes beneficios medioambientales a la zona y se suma a las prácticas ya existentes en los campos de golf de Madrid. Íñigo Garamendi, presidente de la Asociación de Campos de Golf de Madrid, ha asegurado que este acuerdo supone otro paso más, de los que ya se han dado previamente, para consolidar y ampliar el estándar sostenible que convive en nuestros campos.
Según el informe Brundtland, “el desarrollo sostenible satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”. En este sentido, Garamendi explica que los campos de golf de Madrid siempre han estado, están y estarán plenamente comprometidos con los objetivos medioambientales.
El agua regenerada, nuestro principal valor ambiental
“Los campos de golf de Madrid son el mayor consumidor de agua regenerada del Canal”, así lo explica el informe sobre la Evaluación del Impacto Económico del Golf en la Comunidad de Madrid. También desvela que “los campos de golf de la región consumen el 1,4% del consumo total de agua en la Comunidad”. Y es que “el riego de los campos de Madrid no se produce con agua potable, sino que se utilizan aguas recicladas, aguas subterráneas y, en escasas ocasiones, derivaciones de aguas superficiales”. Lo que indica que la industria del golf está muy concienciada con el consumo eficiente del agua, la reutilización y la escasez del recurso”, concluye dicho informe.
Los factores medioambientales, económicos y de superficies de juego de alta calidad conviven bajo el paraguas de la sostenibilidad. “Desde la ACGM abogamos por unos diseños medioambientalmente sostenibles: se han rediseñado las superficies de juego compatibles con el terreno, se ha aumentado la eficiencia de los sistemas de riego con programas inteligentes de última generación, la mayoría de los campos se riegan con agua reciclada, y se ha plantado el tipo de hierba más compatible con las condiciones locales con el objetivo de reducir el aporte de agua y el uso de fertilizantes”, explica Garamendi.
Asimismo, también se ha ampliado la flota de buggies eléctricos, se han renovado los carritos eléctricos que el jugador puede alquilar en su club con baterías más sostenibles y se han instalado placas solares en las canchas de prácticas como es el caso del Centro Nacional de Golf.
El golf lucha contra la contaminación y la huella de carbono
Los altos niveles de polución que rodean a las grandes ciudades deben ser contrarrestados con la actuación de sumideros de CO2. En este sentido, los campos de golf son los grandes protagonistas gracias a sus amplias zonas cespitosas, árboles y arbustos.
En términos de huella de carbono, las 1.800 hectáreas de extensión que ocupan los campos de golf de la Comunidad de Madrid equivalen a 15 parques de El Retiro. Tengamos en cuenta que un campo de 18 hoyos ocupa una media de 40 a 60 hectáreas y, por tanto, su efecto medioambiental se multiplica exponencialmente. Es importante recalcar que en torno a una hectárea de césped (0,7 concretamente) produce el oxígeno necesario para que 20 personas respiren diariamente, neutraliza la polución producida por 2.000 kilómetros aproximados de conducción en coche y desempeña el trabajo de 327 árboles todos los días.
La sostenibilidad y golf van de la mano en Madrid
Las acciones anteriormente mencionadas se suman a un modelo sostenible que llevan a cabo los diseños madrileños en favor de un entorno sano, ecológicamente rico y menos costoso. Se trata de la gestión eficiente desde la gerencia de los clubes como punto clave para lograr campos de golf medioambientalmente sostenibles como los de la Comunidad de Madrid.
En la región contamos con diseños modernos, localizados en antiguos vertederos que suponen, por tanto, una revalorización del entorno, creando “pulmones” para la ciudad y una barrera de control para la “agresividad” implícita en los desarrollos urbanísticos de las grandes ciudades.
En definitiva, son desarrollos sostenibles que respetan y potencian los recursos naturales y paisajísticos de la zona garantizando su correcta integración. Asimismo, los campos de golf actúan como refugios para la fauna y el crecimiento de la flora gracias a la existencia de lagos artificiales donde anidan varias especies de aves, tortugas, etc. “Posiblemente sin el golf este entorno no existiría ya que los terrenos se destinarían a la construcción de zonas residenciales, comerciales, actividades agrarias, entre otras utilidades”, concluye Íñigo Garamendi.