Lowry levanta la Jarra y un país entero

Irland, Irland, Irland…. Fue el grito de guerra que se oyó en el green del 18 de Royal Portrush, en Irlanda del Norte, cuando Shane Lowry (269 -15) pisaba el green sonriente y brazos en alto soltaba toda la adrenalina acumulada. Quizá el primer grito al unísono que une a un país dividido. Porque no nos olvidemos que seguimos en el Reino Unido, un pequeño territorio de Irlanda del Norte, el temido Ulster.  En el green del 18 estaba Padraig Harrington para abrazarle el primer jugador irlandés (Eire) como ganaba un Open Británico en 2007 Carnoustie (Escocia) y 2008 Royal Birkdale (Inlgaterra); y Graeme McDowal que lloraba como un niño.

Qué gran colofón al 148 The Open muy grande este de Royal Portrush donde se han batido récords de asistencia de todos los Open contabilizados hasta ahora: 237.750 espectadores, muy por encima de los 800 fans que asistieron aquí mismo, hace 68 años, a la victoria del inglés Max Faulkner en 1952.

El irlandés Lowry se ha impuesto con -15 (seis golpes de ventaja) sobre el inglés Tommy Fleetwood, que lo tuvo a tiro en el 12  cuando se acercó a 4 golpes. Pero el doble bogey del 14 le dejó ya fuera de la carrera por la Jarra de Plata. De los últimos partidos que salieron hoy al campo ninguno terminó bajo el par. Sólo el americano Tony Finau hizo el par del campo (71), el resto, incluido Lowry terminaron sobre par. Con esta victoria Lowry se coloca el 17º del Ranking Mundial.

Destacar los 68 golpes del novato escocés Robert MacIntyre que le colocaron en sexta posición con -5; y la remontada espectacular del defensor del título, el italiano Francesco Molinari, que comenzaba el día con +2 y después de sus 66 golpes terminaba con -3 en undécima posición.

Después de muchas horas de tensión, de mal tiempo, de abrir y cerrar paraguas, de bogeys inesperados, de tensión contenida y miradas serias con su caddie, que más parece su hermano mayor o su padre, tras el segundo golpe en el 18 que cayó en green toda la tensión salió de golpe, el abrazo al caddie, la mano en alto, el triunfo asegurado. La Jarra de Plata llegaba a Irlanda de la mano de Francesco Molinari, su anterior  propietario, y en Irlanda se quedará uno año más hasta la próxima edición en Royal St. George, sur de Inglaterra.

De nada sirvió el aviso previo a los espectadores para que no invadieran la calle del 18. Es una tradición de cientos de años que nadie puede cambiar por muy Grande que se haga este The Open nunca perderá esa esencia que lo hace más grande aún si cabe. Otro héroe británico que gana un Open en su casa, como el que ganara Paul Lawrie en 1999 en su casa, en el campo escocés de Carnoustie. Hoy todos somos un poco más irlandeses.

“Mis padres se han sacrificado mucho por mí, por mi carrera hasta llegar aquí, Para ellos va la Jarra. Qué puedo decir. No tengo palabras para describir esrte momento”, dijo Lowry con la Jarra en la mano, un trofeo que aún tendrá que procesar cuando se haya tranquilizado y se seque el agua caída hoy y se quite los zapatos en la soledad del vestuario, donde todos son cazados por la cámara indiscreta. “La verdad es que me sentía increíblemente calmado; no sé por qué. Supongo que pasarán unos días hasta que me de cuenta de lo que he conseguido. Aún no puedo creer que esto me haya ocurrido a mí”, confesaba Lowry.

Sólo cinco irlandeses han ganado un Open Británico el norirlnadés Fred Daly (1947 en Royal Liverpool), Padraig Harrington (Rep Irlanda, en 2007 Carnoustie y 2008, Royal Birkdale), Darren Clarke (Norirlandés 2011 en Royal St. George) y Rory McIlroy (Norirlandés. 2014 en Royal Liverpool) y ahora Lowry.

Up & Down para los españoles

Un día duro para los españoles que no pudieron cumplir con sus expectativas. Sergio García terminó con 78 golpes  (+6 en total) en el puesto 67º de la tabla. 78 golpes que iguala uno de sus peores resultados de los últimos 10 años en una última vuelta de un Open: Royal Birkdale 2008.

Jon Rahm comenzaba el día con la ilusión de terminar en un Top Ten o lo más arriba posible, tras la vuelta de ayer que no fue lo suficientemente buena. Esperaba que el tiempo fuera malo, así los líderes cayeran, y que el jugara bien. Pero sus deseos se cumplieron a medias. El tiempo fue malo, uno de los peores que se recuerda en una última ronda del Open, pero su comienzo fue malo. O fue la bolsa de papel que le distrajo de su swing en el 1 o fueron los dioses que volvieron a cruzar desde Escocia por el Causeway Coast los que castigaron al español en el primer hoyo que se fue a búnker y de allí necesitó dos golpes para salir. Lomismo le volvió a ocurrir en el 5 y allí se enterraron sus esperanzas.

“Del 9 al 11 ha sido un mal comienzo, con el viento y la lluvia; pero del 12 en adelante he jugado al par. En el 11 ha sido el momento más duro y le he dicho a Tony Finau, mi compañero, que si no le importaba que me tomara mi tiempo. Era imposible darle a la bola con el viento y la lluvia golpeando de lado. Pero el árbitro ha dicho que hay que seguir. Y nos hemos reído cómo hemos jugado ese hoyo”.

Rahm terminó Top 11 con -3.